Nuestro objetivo estaba claro, queriamos llegar lo mas pronto posible a Jericoacoara. Allí era, donde de una manera o otra iban a empezar nuestras vacaciones de verdad. 
Esta vez el camino fue coser y cantar, una breve parada en Parnaíba (donde se encuentra uno de los deltas mas grandes del mundo) comimos algo y nos pusimos en marcha. 
Llegamos a Jijoca, el pueblo más cercano a nuestro destino. Solo nos separaba una ruta de 45 minutos de arena de dunas. "La máquina" pedía un descanso y era mucho pedirle que nos llevará hasta "Jeri". El descanso era merecido, la dejamos en un parking y en un 4x4 llegamos hasta el pueblo situado en medio de una reserva natural. 
Precioso. 
Sin duda había merecido la pena, ya era de noche y nos apresuramos a montar las tiendas y dejar el equipaje. Nos esperaban 3 días de playa, aguas cristalinas, amacas, cocos y no hacer nada. 
El primer día nos hacercamos en un "Buggy" a las lagoas de agua dulce y cristalina, rodeadas de dunas que eran la envidia de cualquier playa caribeña. 
Era Navidad y nos permitimos el lujode cambiar el menú rutinario de Arroz con feijão por unas gambas que tenían muy buena pinta. 
Era la primera vez que nos tumbabamos en la playa y nos olvidabamos de la Van, los caminos de arena, del miedo de que se nos echara el tiempo encima y sobretodo del bucle de negatividad de São Luis. 
Más dunas, agua cristalina y burros salvajes. 
La playa era la protagonista, junto los lugares asombrosos que guardaba este pequeño pueblo de calles arenosas. 
Mediante una trilha por las dunas, llegamos a la playa de la "Pedra Furada" una sutileza de la naturaleza. 
Ansiosos por comer algo fuímos al pueblo en busca de algo de comer.
Aunque estubimos buscando carteles y cartas donde pusiera "canelones caseros de la abuela, para Sant Esteve" fue imposible, nos conformamos con el Prato Feito de cada día... Efectivamente Arroz con Feijão por 2€. 
Con la puesta de sol desde una duna a 10 metros del mar vimos como poco a poco desaparecía la luz y con ella llegaban las ganas de salir de fiesta. 
Pero no fue así.
EN JERICOACOARA NO HAY FIESTA!
Aunque eso no nos quitó de quedarnos en familía hasta altas horas. 
Si una cosa es buena de ir de camping (aparte del precio) es que a las 8 de la mañana ya no hay quien duerma, se convierte en una sauna. A la que abres los ojos es imposible volver a dormir. 
Toalla, bañador, tumbona, coco y playa. Así fue el último día en un pedazo del paraíso. 
Guillem Camps




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