Después de descansar como bebes, desayunar como animales y ducharnos como personas ( hacia tiempo que no teníamos una ducha para hacerlo) ponemos rumbo hacía una ruta, que nos han explicado, es el camino más corto para llegar a Jericoacora.
Anoche decidiendo las paradas del viaje,decidimos preguntarle al recepcionista del hostel que cuales eran los mejores lugares. Después de una gran carcajada, de mirar y volver a mirar la van que estaba en el parking en frente del hostel, nos dijo que era imposible que hiciésemos esa ruta ya que tenía parte de dunas y arena. La otra opción que podíamos coger era por carretera pero eran 1000 km de viaje, a 60 km/h... 2 días!!!
Ante nuestra desesperación el hombre nos dio otra alternativa, un camino de tierra que no salia en el mapa y con el que necesitábamos un guía para no perdernos porque había muchas bifurcaciones. Nos advirtio de que no iba a ser coser y cantar pero que podíamos hacerlo con el trasto.
No lo dudamos en ningún momento, a las 8 de la mañana teniamos al guía en la puerta esperándonos con su moto de cross.
Se nos ocurrio preguntarle si alguien había hecho ese camino con Van alguna vez, también se rió y dijo que no, ni con un coche convencional tampoco era algo normal. Tragamos saliva y lo seguimos.
Iñigo conducía, Marc hacía de copiloto ( derecha, piedra grande, gira izquierda piedra gigante, arena mueve el volante, gas gas gas!), eso es lo que no parábamos de oír mientras Uri Guillem y yo ( cuando se conseguía oir algo) aguantábamos la puerta ( que estaba recién soldada) para que no se desmontara, teniamos las cabezas por fuera de las ventanas comprobando que no pinchábamos las ruedas y recogíamos las maletas que intentaban atacarnos por todos los lados.
Despues de 30 km, 2,5 horas y sudar todo el agua de las cataratas de Iguazzu el guía se paro al lado de un río y nos dijo que ya habíamos llegado, que ahora quedaba un tramo muito tranquiloo, que estaba pavimentado y que era todo recto, no tenia perdida. Aplaudimos, nos tomamos una cerveza y nos dimos un chapuzón en el río pensando que ya estaba todo hecho...
Que ilusos, después de una hora nos dimos cuenta de que algo habíamos hecho mal, el camino seguia siendo de tierra, seguiamos encontrándonos subidas mortales y tomamos algun desvio equivocado ( por mas que se lo pidiese, los hombres NO saben preguntar...).
En una de tantas rampas, la van dijo que no, que no podía y nos quedamos en medio de una subida tirados, sin poder ir ni para adelante ni para detrás, vino un chico del "pueblo" mas cercano con una pala para desenterrar a la pobre van.
No había manera, no se movía. En esas que paso un 4x4 que iba de mudanzas, saco una de las cuerdas que aguantaba los colchones y se ofreció a remolcarnos hasta arriba. Sufriendo por si partia la van en dos pero no había otra opción.
Preguntamos a esa gente tan amable que cuando faltaba hasta la carretera, ya que llevábamos 3 horas mas y parecía que nunca terminaba, 30 km nos dijeron, no podía ser... Seguimos andando (porque la velocidad no era más de 5km/h) hasta que yo pegué un grito desesperada para que preguntásemos, ya que acabábamos de cruzar un río y el siguiente tramo era meterse en medio de la selva. Como la van se caló me hicieron caso, efectivamente nos habíamos equivocado... Cuando intentamos volver a encender la van, no funcionaba. Ya nos veiamos pasando noche buena en medio de la nada...
Pedimos ayuda con la desesperación apoderándose de nuestros cuerpos y dos hombres muy amables se despertaron de su siesta y vinieron a ver que pasaba.
De tanto bache se había desconectado no se que cable de la batería. Nos redirigieron en el camino y les ofrecimos una botella de cachaça (que era lo único que teníamos). Volvimos a preguntar si faltaba mucho y si el camino seguiría igual de complicado. Nos respondieron al parecer la unica frase que saben, muito tranquilo y unos 30 km.
No pasaron 10 min, nos volvimos a quedar tirados en una cuesta y se rompió el acelerador. Las ganas de llorar como una niña de 4 años se apoderaron de mi, ver a Marc preocupado no ayudaba, pero me controlé para que Iñigo que llevaba todo el tiempo conduciendo y ya no sentía la espalda, no me pegase un tortazo.
Guillem y Uri volvieron al poblado a pedir ayuda a los mismos hombres que estaban tomando un baño con sus hijos, por supuesto, como buenos brasileños no nos la negaron, salieron del río y vinieron hasta donde esperábamos el resto.
Solucionaron el problema, otro cable de no se que, se había destensado. ( de este episodio no hay fotos porque ya no hacía ninguna gracia...). Les dimos un millón de gracias y nos volvieron a encaminar en el camino que ahora si, por fin, era de pizarra.
Después de 10 horas de viaje sin comer y casi sin beber, (nos quedamos sin agua a las 6 horas) conseguimos llegar a Tutoia, un pueblo muy bonito, o eso dicen, no lo sabemos porque nuestros cuerpos solo dieron para cenar una pizza y dormir...
Somos la primera van y creemos que la última que ha conseguido pasar ese camino. Quien se rie ahora de LA MAQUINA? Así la hemos bautizado.
Lola